No soy de aquí ni soy de allá...

Cuando algún extranjero llegaba a mi colegio, no me preocupaba de integrarlo ni mucho menos de ser su amiga. Nunca pensé en lo difícil que es tener que salir de tu país y adaptarte a otro. Pero hace un año y medio estoy viviendo en Perú y sigo adaptándome…
Cuando llegué no conocía a nadie, no salía de mi casa, lo único que quería era subirme a un avión y regresar … hasta que empezó el colegio. Allí me daba vergüenza hablar en voz alta porque creía que me dirían algo desagradable por ser extranjera y, sobre todo, por ser chilena. Me costó acostumbrarme a las palabras que se usan acá. Si bien somos países vecinos, algunas tenían significados totalmente distintos a los que conocía.
Se extrañan muchas cosas, pero lo que uno más añora es la familia y los amigos que poco a poco, con el paso del tiempo, se van distanciando. Uno siente que no tiene raíces. La vida cambia, los hábitos y las costumbres también, se extraña saber adónde ir y cómo llegar a cualquier lado, porque uno se vuelve dependiente e inseguro.
No es fácil sentirse “afuera” e intentar adaptarse a un nuevo país, hacer lo que sea porque no noten que estás recién llegada. De otro lado, los lazos con el propio país se van perdiendo, junto con las ganas de regresar. La gente de acá se da cuenta en seguida de que soy de otro lugar, en mi país me dicen que he perdido mi acento y que ya soy una extranjera ahí…
Parece que es cierto eso que escuché en una canción: “Decir adiós, es crecer”…
Constanza Aguilar